Descripción
Desde un principio, el ministerio de Robert Murray M’Cheyne impactó grandemente en la salvación de muchos y la edificación de la iglesia. Alrededor de mil cien personas asistían regularmente a los cultos dominicales, destacando su dedicación a la predicación.
Con tres cultos semanales y reuniones de oración, la congregación en Dundee ejercía una influencia notable. McCheyne, además de predicar, visitaba a los miembros, especialmente a los enfermos. Su interés evangelístico se manifestaba en la atención a niños y jóvenes, así como en acciones sociales para los más necesitados, reflejando la preocupación que compartía con Chalmers por los desfavorecidos.
Spurgeon, el Príncipe de los Predicadores, elogió la obra de McCheyne, destacando su intensa espiritualidad y amor infinito. Consideró que la biografía de un hombre como él debería estar en manos de todo cristiano y predicador del evangelio.
El legado de McCheyne no solo reside en su biografía, sino también en sus mensajes, que lo han convertido en un emblema de la auténtica predicación evangélica. Su cristocentrismo excepcional se basaba sólidamente en las Escrituras, reflejando su profundo conocimiento de las lenguas originales. Mostraba a Cristo desde toda la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Los mensajes de Robert Murray M’Cheyne, ahora disponibles en castellano, continúan siendo una fuente de bendición. Mantienen su encanto y siguen impactando positivamente a quienes los leen con atención. Su atractivo especial radica en llevar a los creyentes a contemplar a Jesucristo, el Deseado de todas las naciones. Aquí yace el secreto de la creciente relevancia de McCheyne, según lo destaca José Moreno Berrocal.
